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Una historia escrita con sangre
Mientras los insurgentes proclamaban líder a Fidel Castro el 1 de Enero de 1959, la revolución llegaba a su fin de un modo bastante simbólico: un ataque a las barracas militares de Moncada localizadas en Santiago de Cuba ocurrido 5’5 años antes fue el auténtico comienzo de la batalla, y previsiblemente, su primer capítulo se escribió con sangre. El segundo nombre de la política es “controversia” (siempre hay más de un punto de vista) y muy a menudo la violencia va de la mano con cualquier desarrollo político. Escoger bando está fuera del alcance de este artículo, pero hay que decir que se piense lo que se piense de los eventos en cuestión, para un país como Cuba fueron en realidad lo más importante de toda su historia. Por eso, el 26 de julio de 1953, cuando el asalto a las barracas tuvo lugar, tiene que considerarse una fecha muy importante, y eso pone en perspectiva la existencia del “Museo Histórico del 26 de julio”, creado en 1978, años después de que los antiguos rebeldes se convirtieran en la élite política del país. Visitar este museo también puede resultar interesante, uno no tiene por qué apoyar la causa del variopinto grupo de los mal pagados trabajadores del hogar, pero los riesgos que tomaron y los sacrificios que hicieron merecen respeto.
Haciendo amigos
El respeto genera respeto, y el interés genera gratitud y apreciación. Cuando tratas con gente que durante años tuvo que justificar sus elecciones, su historia y su estilo de vida, mostrar un interés genuino en lo que tienen para compartir es el modo más sencillo y seguro de hacer amigos de verdad. Por ese motivo puede valer la pena insistir un poco más en el tema de la Revolución y visitar un lugar llamado Granjita Siboney. El asalto a Moncada fracasó, pero no fue debido a su pobre preparación. De hecho, se invirtió un montón de esfuerzo y tiempo para prepararlo y planearlo, y fue en esta granja a las afueras de Santiago de Cuba donde todas estas preparaciones se resumieron y trasladaron a un plan de batalla en el que los insurgentes se reunieron la noche precedente a su operación militar. A día de hoy es un museo, y, a juzgar por los numerosos comentarios que dejaron los que han visitado el museo, su material aún conmueve emocionalmente con esa noche memorable de hace 60 años. Y esta actitud convierte Granjita Siboney en un “museo viviente” en el que las cosas ocurren en lugar de contarse. Una experiencia que no te puedes perder, donde también encontrarás deliciosa comida y vistas increíbles.
"I Could Have Danced All Night!"
No todo va a ser sobre la Revolución cubana; y los lugareños saben cómo apreciar también el lado bueno de la vida. De hecho, se distinguen por esta particular habilidad. Algunos de nosotros podríamos, como dice la canción, haber bailado toda la noche, si hubiera una buena razón para ello. Muchos cubanos lo hacen, y por ninguna razón en especial. ¡Hay historias increíbles sobre chicas jóvenes que lloraban mientras bailaban! Lloraban porque habían vivido una tragedia familiar, y bailaban porque es su modo natural de expresar sus emociones. Con todo eso en mente, a uno no le sorprendería la existencia de un museo especial, dedicado al baile como modo de vida en Santiago de Cuba. El Museo del Carnaval se encuentra en una de las casas viejas de calle Heredia, y no es grande pero lo es lo suficiente como para proporcionar una o dos ideas relacionadas con el tema. Los carnavales son sobre lo que pareces y lo que haces, y dos de las tres salas del museo están dedicadas a disfraces mientras que la última tiene instrumentos de percusión. Hay música en vivo a las 16:00 de martes a sábado, y no te la deberías perder.
Las cosas con calma
Hay una razón para que Cuba sea vista por muchos como “la tierra del carnaval”, aunque esta es más una descripción espiritual que literal. Bailar es un modo genial de expresar la popular filosofía de vida “las cosas con calma” que parece que los cubanos como nación han adoptado firmemente, aunque no es lo único. Para muchas figuras públicas famosas, como, por ejemplo, Ernest Hemingway, que se retiró a Cuba para tomarse un respiro de su frenética vida y cargarse las pilas, no es ni siquiera el modo principal. Vienen a Cuba por sus impresionantes vistas, bellas mujeres y famoso ron. Y los cubanos están tan orgullosos de su ron como de sus carnavales, ¡y sus museos dedicados al ron son la mejor prueba de ello! De hecho hay más de un museo del ron en Cuba, pero el “Havana Club”, muy impresionante, también es conocido por su vena comercial. El pequeño museo que hace esquina con la calle Hartmann y la calle Castillo Duany en Santiago de Cuba se centra en este producto. Su misión es contar su historia a través de sus exposiciones (como la vieja maquinaria que se usa para producir esta bebida), de un modo que inspira interés y apreciación.
¡En el nombre de la Calavera!
Aún no hemos mencionado ninguna de las atracciones para turistas más tradicionales, y podría parecer que el Museo de la Piratería en el muelle de Santiago de Cuba apoya esta moda. De hecho, el museo ocupa una pequeña parte de un impresionante castillo medieval construido en 1643 para proteger la Bahía de Santiago contra los piratas ingleses. El castillo se posa en un acantilado de 60 metros, y proporciona, naturalmente, alucinantes vistas del muelle y de todas las montañas de Sierra Maestra. Como cabría esperar de un castillo medieval, en un momento determinado se usó como prisión. Ahora es un lugar histórico, pero en tan buenas condiciones que se incluyó en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El museo de la piratería es un extra para aquellos que visitan el castillo (la entrada cuesta 4$ y vale para los dos lugares), y su inusual nombre puede entenderse mejor si recordamos que el famoso Sir Francis Drake que derrotó a la Armada Española en 1588 fue, de hecho, ¡su Majestad Pirata! En otras palabras, en la Edad Media la piratería era vista como una institución social militar capaz de servir a las élites políticas, más que una ocupación destinada a chusma marginada, y un museo como este ayuda a conocer este particular fenómeno.
Sólido como una roca
El Castillo en la bahía no es el único punto de observación que proporciona una buena vista de Sierra Maestra, ni tampoco el mejor. Esta distinción es para un fenómeno natural, una roca producida como consecuencia de la explosión de un volcán bajo el agua. El nombre de la roca es Gran Piedra, y es tan famosa en la región que toda una cordillera se llama como ella. Atravesar la roca lleva 452 pasos en medio de exuberante vegetación. Aparte de ser un impresionante puesto de observación, la Gran Piedra es también el centro de una histórica región donde los inmigrantes franceses se establecieron en el siglo XIX.
Visitar Flora
Combinar ejercicio físico (como escalar una roca) y vistas impresionantes es genial en la mayoría de los casos, pero a veces uno debería visitar lo último y pasar por alto lo primero. Santiago de Cuba puede garantizar este deseo en muchos sentidos; el Jardín de los Helechos es uno de ellos. Se encuentra a solo dos kilómetros del centro de la ciudad, y cuesta solo 20 centavos tomar el autobús #5 desde la Plaza de Marte. 350 clases de helecho y 90 tipos de orquídeas serán la recompensa para el viajero al final del camino. El mejor momento para ver las orquídeas es desde noviembre a enero.
El lugar donde las eminencias se acaban reuniendo
Cuando oyes hablar de una visita guiada a un lugar impresionante y amigable, lo último que te pasa por la cabeza es que sea un cementerio. El caso es que fue el cementerio Santa Ifigenia el que inspiró esos comentarios, y probablemente por una buena razón. En primer lugar, los visitantes alucinarán con la ceremonia de cambio de guardia que tiene lugar cada 30 minutos en el monumento del héroe nacional de Cuba Jose Marti. Descubrir que muchos otros notables cubanos están enterrados en Santa Ifigenia (que lo hace parecido al famoso cementerio Pere Lachaise en Paris) también ayuda a apreciar el aura del lugar. La entrada al cementerio es gratis.
Dándole duro
Una de las excursiones más inusuales de Santiago de Cuba está relacionada con una actividad universalmente popular que aún no hemos mencionado: el deporte. Los atletas cubanos son famosos en muchas disciplinas deportivas, como el atletismo, el boxeo, el judo o, por ejemplo, el voleibol, aunque ninguno de estos puede considerarse un deporte nacional cubano. Este honor ha de concedérsele al beisbol, y es al estadio de béisbol del equipo local Avispas donde se dirigen estas excursiones que organiza la compañía Cubanacan. La idea de la excursión no es solo ver el juego, si no conocer a los jugadores más tarde en el vestuario.
